MENSAJE CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO CUARTO
(Las migrañas del pasado)
El pasado ya no cuenta, todo él desapareció; tan sólo resta la esencia de lo vivido y de lo que hay que rectificar.
Recordar capítulos vividos con dolor, sólo atrae la melancolía y el deseo de huir de la realidad.
Hija del Alma, no tengas dudas sobre tu fe firme, irá creciendo según tus experiencias ya vividas y el recordatorio positivo de ellas. No temas, has superado ya el límite del sufrimiento, para alcanzar el conocimiento del Espíritu Santo. Y Dios velará tus noches y tus días.
Todo aquel que refleja la misma voluntad del Padre, como del Hijo, así como del Espíritu Santo, será fuerte en conciencia y sabrá discernir, aun estando en plena oscuridad.
Alma de Dios, confía en la Divina Providencia. Estás recuperando la confianza en la fe firme, como en tus capacidades, para fortalecerte físicamente y espiritualmente.
Orad, orad y orad.
No os canséis de orar, por quienes como vosotros, necesitan del consuelo del Espíritu Santo; y especialmente los elegidos, son los más probados e interferidos por el mal ajeno.
Orad, orad por ellos.
Tiempos difíciles; de ver, oír y callar.
Tiempos confusos y llenos de temor, os perseguirán y azotarán fuertemente al Cristianismo, como lo fue en el pasado.
Ayunad y cumplid con las Leyes Divinas, de los Diez Mandamientos, para frenar el horror y la desidia, de quienes necesitan luchar por un mundo mejor.
Y, Unid las fuerzas con el Amor a Fondo Perdido.
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