12 de septiembre de 2018

Jueves 6/09/2018
















MENSAJE DUCENTÉSIMO QUINCUAGÉSMO TERCERO
(La Ciudad perdida)


La antigua Babilonia hoy es Estados Unidos. Y el tiempo será testigo, que el afán del poder no tendrá límites, y hará que sus rascacielos y torres codiciosas caigan, como cajas de papel al vacío, sin ningún poder.

Entonces, vendrán las lamentaciones de muchos y la rebeldía de tantos, que se matarán los unos con los otros. 

El Aviso será visible para todo mortal, porque desde el cielo se verá la Luz resplandeciente, de la Cruz del Cristo Jesús, que aliviará a los pobres de espíritu, y a todo aquel que alce las manos al cielo para pedir al Padre misericordia, y que no derrame su fuego sobre nuestros descendientes.

Desprenderos del egoísmo, y pensad que no sois más que nadie, pues una ráfaga de viento violento os puede dejar desnudos y fuera de vuestro lugar, allí donde el desorden se hará latente y la confusión os hará dudar, hasta de quienes sois.


Dios vino al mundo para enseñarnos a amar y a respetar al prójimo, como a uno mismo.

No herir la sensibilidad de los demás, pues es un acto contrario de amor, que se vuelve después contra uno.

Aprender a perdonar, pues jamás nadie nació sabiendo, y menos aquellos que fueron menos afortunados al no conocer las Leyes Divinas.

Aprender a respetar lo poco o mucho que obtengas de la vida, para sentirte mejor con tu espíritu, y amarás cada día un poco más.


Aprender a decir que no, en momentos comprometidos de la vida, pues luego ya no hay solución. Y el arrepentimiento nos enturbia la razón.

Un corazón noble debe saber que es su deber amar y ser amado a fondo perdido, para un renacer en otro lugar, más seguro y más certero.



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