327. MENSAJE TRICENTÉSIMO VIGÉSIMO SÉPTIMO
(La envidia es un sentimiento adictivo)
Cuando, el Hombre se obsesiona por mejorar su vida y alcanzar lo que otros tienen, esto puede llegar a ser una adicción que no le importa más que llegar a su meta sin mirar atrás, y sin pensar en la oscuridad que esta obsesión le somete día a día.
La envidia es totalmente destructiva.
La diferencia en querer mejorar y llegar a cumplir los sueños deseados en la vida, y envidiar a otros por lo que uno no tiene, es completamente un error, que le lleva a la autodestrucción y la culminación de hechos indeseables.
Porque, el ser Humano tiene conciencia, y esta le dicta lo que debe o no hacer en su ámbito social y personal, pero si deseas lo que tu no tienes, y quieres alcanzar por envidia lo del prójimo, te llevará seguro a la codicia y desolación , anulando la conciencia y suplantándola por el egoísmo y la cólera que reavivará lo negativo de tu ser interior.
Las guerras han comenzado por el deseo de poseer Tierras, acumular tesoros, etc. Y la guerra interior de un solo Hombre, puede generar totalmente las de todo un pueblo o Nación.
La ambición, la desmesura y en síntesis, el mal uso del Poder, puede llevar a la autodestrucción, no solo de una Nación o un Continente entero, sino que puede destruir el propio Mundo que habitamos.
Las Leyes divinas nos ponen los márgenes para respetar nuestros propios impulsos negativos y, saber administrar nuestros anhelos sin causarnos daño, ni dañar al prójimo.
La autoestima se puede compensar con el esfuerzo personal, y llevar acabo los sueños a realizar sin necesidad de lesionarse, uno mismo, a través del daño colateral hacia los demás.
La envidia es un sentimiento aditivo que se alimenta por si solo, y crece como crece la ceguera del que no quiere ver ni oír.
Cuidemos nuestra alma porque el odio, la envidia y la soberbia ensucian el alma
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