269. MENSAJE DUCENTÉSIMO SEXAGÉSIMO NOVENO
(Caminar seguros hacia la verdad)
La soledad entorpece el camino hacia la verdad, si no estás en la recta acertada, es decir: El conocimiento entre la vida y la muerte es la recta que asegura un camino verdadero a la verdad, del por qué estamos aquí.
El alma inmortal de quienes necesitan saber cuál es el camino a la verdad y la vida eterna, necesitan de tus oraciones, como del aire que respiras.
El camino hacia la verdad única y verdadera, es El Cristo Jesús el Nazareno.
El sacrificio y la entrega a tu labor es el premio que obtendrás para vivir en paz y en armonía.
La soledad te abruma.
La soledad es mala consejera, cuando no encuentras explicación a tantos sufrimiento y sinsabores.
La soledad te hace estremecer, aunque la necesitas en tus momentos de comunicación con Dios y con el hombre vestido.
La verdad y la vida van unidas, pero el hombre rompe éste pacto por vivir a su forma y modo, por ello, te sientes tan infeliz.
Aquí y ahora estás por méritos propios, y debes guiar a quienes Dios disponga en tu caminar, tan diferente a la media. Pero no en vano, eres mediadora entre los mundos paralelos, y
Dios te puso el camino muy difícil; y te hizo ver y sentir el bien y el mal, al límite, para poder conducir a todos los que llamen a tu puerta, de este mundo y del mundo paralelo; y guiarlos al camino de la verdad y la vida, donde solo Dios es Amor. Y por tus oraciones y dolores aún no entendiendo el por qué de tu propia soledad.
Tu sufrimiento se hace más latente, cuando necesitas vivir como los demás, sin limitaciones y comprendida por quienes te rodean. Pero el dolor de una médium sólo lo sientes tú, y quienes sienten como tú, para dar cobijo al que está sordo y ciego, como el que niega su fe y su aliento de vida eterna.
Las ánimas errantes te necesitan, como tú necesitas amar y ser amada, por ello , estás inerte en tu lecho con dolor y con falta de energía, porque ellas se nutren de tu luz purificadora y les proporcionas la paz que les has dado a muchos. Y seguirás dando, hasta el fin de tus días, como lo hiciste con tantos y recientemente con Miren y Nekane
Alma de Dios, no hay nada más hermoso como besar la Cruz y abrigarte con su calor, para no desviarte del sendero y saber decir sí, cuando es justo y necesario; y no, cuando tu mente se nubla y tu espíritu se aleja sin rumbo, y sientes su dolor como el tuyo, porque tu espíritu es puro y tu condición de ser humana es imperfecta.
Alma de Dios, confía en la divina Providencia, Ella está contigo, y no dejará que tropieces en la misma piedra.
Todo llega a su tiempo - Reflexiones - Mahatma Gandhi
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