12 de enero de 2021

 

 Jueves 7/01/2021







375. MENSAJE TRICENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO QUINTO
(Las Almas del Purgatorio)
 

Las Almas del Purgatorio necesitan de nuestras Oraciones. Eso lo ha repetido hasta la saciedad la Reina de la Paz en Medujorge, y eso es precisamente lo que quieren. 

Los Santos en el Cielo, que es la Iglesia Triunfante, nada pueden hacer en expiación y satisfacción de las penas que están purgando las Ánimas Benditas, pues todo lo tienen ellas que esperar de la Iglesia militante, de nosotros.

Vivimos de lo que nos han dejado nuestros antepasados y, sin embargo, olvidamos fácilmente lo que les debemos, y cuán vivamente desean ellos nuestra gratitud, y cuánta es la necesidad de nuestro auxilio.

Cuando Dios da permiso a las ánimas del Purgatorio para manifestarse y hablar, dicen: "Padece, sufre, Ora, Ayuna, Da limosna por nosotras, y ofrece por nosotros el Santo Sacrificio de la Misa". Son conscientes de que no hay sobre la tierra ningún pensamiento bueno, ningún buen deseo formado en obsequio a ellas, que no de alivio a sus penas, pero que poco son los que toman parte de su aflicción.

En Navidad pueden ocurrir las cosas más extrañas, lo que aquel sacerdote narró al Padre Iorente, Misionero del círculo Polar, Sacerdote Jesuita leonés, fue que al concluir la misa de gallo, cerró las puertas de la parroquia, fue a descansar unas pocas horas. Puso el despertador a las 7 de la mañana, para poder disponer de una hora de oración, y recogimiento en el templo. Él solo con Dios. Se levantó a la hora prevista, se vistió y pasó por la sacristía, ahí apretó el interruptor que daba luz a la Nave, abrió la puerta que comunicaba la Sacristia con el Altar y se quedó allí mismo, clavado, congelado en Alaska ¿Qué ocurría? Los bancos de la Iglesia estaban llenos de gente, hombres y mujeres, ningún solo niño que en completo silencio, sentados con decoro y sobriedad, miraban en dirección al sagrario.

Cuando el Padre recuperó el habla, preguntó con voz trémula quiénes eran y de qué manera habían entrado.

Ninguna de aquellas personas se molestó en mirarlo, ni siquiera cuando pasó junto a un grupo que en el mismo silencio sepulcral contemplaban el nacimiento ubicado junto al Sagrario.

El Sacerdote repitió las preguntas:"¿Quiénes son?, ¿Qué quieren?, ¿Quién les ha dejado entrar?" Sólo entonces, una mujer que estaba cerca de él le contestó: "En Navidad pueden ocurrir las cosas más extrañas". 

El Sacerdote se dirigió de inmediato a las puerta para comprobar que seguía cerrada por dentro, con la única llave que tenía en su bolsillo. Decidido encontrar una respuesta, a toda esta insólita situación, volvío para encararse con aquellos inesplicables penitentes, pero ya no había nadie en el lugar.

Después de muchos años y meditaciones, estos padres jesuitas concluyeron que aquellos inexplicables penitentes no se habían marchado nunca de la Iglesia, sino que eran almas del Purgatorio que seguían allí, que no eran visibles, pero que por alguna razón debían estar frente al Sagrario en continua adoración, por una Gracia del Cielo, como regalo de Navidad, les fue permitido ser vistas por el párroco para que éste luego pudiera dar testimonio de ello.

Este emotivo episodio, apareció en un articulo escrito por Jose Antonio Fuster en el seminario de inspiración católica y conservadora Alba, en el año 2010.

El poder aparecerse de este modo, en multitud para pedir auxilio y sufragios, aunque sea de forma muda, es una gracia señalada.


El Purgatorio - Apariciones de ánimas purgantes

 
 Apariciones de almas del purgatorio 3/4
 
 
 APARICIONES DE ALMAS DEL PURGATORIO, TESTIMONIO JAVIER CASTILLO PURGATORIO