2 de septiembre de 2020

Jueves 27/08/2020











356. MENSAJE TRICENTÉSIMO QUINGENTÉSIMO SEXTO
(Santa Mónica, madre ejemplar)


Santa Mónica nació en el año 332 en Thagaste (municipio de la actual Argelia, a unos 200 Km de la capital de Túnez). Sus padres encomendaros su formación a una señora muy religiosa y de carácter fuertemente disciplinado.

Mónica, como su nombre bien indica, no deseaba otra cosa que la soledad para poder llevar una vida de intensa oración, sin embargo, sus padres dispusieron esposarla, a la edad de veinte años, con Patricio, un empleado municipal muy trabajador, aunque de carácter voluble: "sumamente cariñoso, y a la vez, extremadamente colérico", en palabras de San Agustin. 

Fórmula para mantener la paz en el hogar

Mónica se propuso no entrar nunca en discursiones con su marido, y sólo cuando éste se calmaba, le hacía ver que "quizá se había excitado más de lo debido".

Santa Mónica logró la conversión de Patricio "no teniendo que lamentar en él, siendo fiel, lo que había tolerado siendo infiel" (Confesiones 9,9,20). Aunque era pagano, y criticaba el mucho rezar de su esposa y su extrema generosidad para con los pobres, nunca se opuso a sus buenas obras. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios, por su esposo y al fin alcanzó de Dios, la gracia de su conversión.

En el 371 Patricio fue bautizado, y lo mismo sucedió con su suegra, mujer terriblemente colérica y suspicaz que, por meterse demasiado en el hogar de su nuera, le hizo la vida complicadísima a la Santa. Un año después de su bautismo, Patricio murió santamente dejando a la viuda con el problema de su hijo mayor.

Agustin se incorpora a la secta de los Maniqueos

A los 29 años, Agustin decidió ir a Roma a dar clases. Ya era todo un doctor. Mónica se propuso irse con él para protegerlo de todos los peligros morales. Pero éste le hizo una jugada de la que se arrepentiría más tarde. Al llegar al puerto, le hizo ir a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, pero lo que realmente hizo fue subirse al barco y partir rumbo a Roma, dejándola en tierra. Sin embargo, Santa Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomó otro barco y lo siguió.

En Milán, Mónica se encontró con San Ambrosio. En él encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sapiencia que la fue guiando con prudentes consejos. A su vez, Agustin se quedó muy impresionado por su sabiduría y fuerte personalidad, de tal modo que comenzó a escucharlo atentamente y a entusiasmarse por la fe católica.

En 387, Agustín, al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejó sus vicios y malas costumbres, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese mismo año se hizo bautizar.

Ya convertido, se dispuso a volver con su madre y su hermano a su tierra natal y se fueron al puerto de Ostia a tomar un barco. Sucedió que estando allí, en una casa junto al mar, contemplando el cielo estrellado, mientras hablaba con Agustín acerca de cómo serían las alegrías de la otra vida, exclamó entusiasmada: "¿Y a mí que más me puede amarrar a la Tierra? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios." Poco después le invadió una fiebre, y en unos días se agravó y murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió el año 387 a los 55 años de edad.


Biografía de Santa Mónica

San Agustin - Película COMPLETA

San Ambrosio de Milan