271. MENSAJE DUCENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO PRIMERO
(La llamada del Espíritu Santo)
Encarnecida tu sombra, que al despertar se impregna del Espíritu Santo, y te alivia el alma inmortal que tanto anhela tu libertad.
¡Alma de Dios, sube al monte Carmelo! allí te espera tu madre bendita, para darte cobijo en su corazón Inmaculado.
Tú, pequeña e insignificante margarita, crecerás como un girasol en la primavera, porque tu luz rompe cadenas, y las ataduras del pasado ya no existen, ni existirán, dejando atrás los sinsabores de tus dudas.
La llamada del Espíritu Santo hoy llegará a tu corazón herido, por la falta de comprensión, y de quienes más amor has dado. Pero el latido de tu nuevo despertar de la conciencia y consciencia espiritual, te hará ver lo que el buen Dios te ha designado.
Amar a Dios y al prójimo como fuente de felicidad duradera: Dios testimonio de Cristo, en un mundo en el que Dios ha sido eliminado de las consciencias, esto es lo que realmente importa en la vida.
Poco después de que las semillas de la fe fueran plantadas en esta tierra, los mártires y la comunidad cristiana tuvieron que elegir entre seguir a Jesús o al mundo.
Lo más importante en la vida: cumplir con la voluntad de Dios.
La fe es un don de Dios, y es Él quien la ofrece a cada alma.
Sin la participación activa de Dios, que es la Vida, la verdadera salud del cuerpo y del alma no es posible.
En la oración conocemos lo que Dios Padre quiere de nosotros.
Orar es abrir el corazón a Dios, ponerse ante Él, escucharlo y hablarle con confianza, ser su amigo para saber lo que Él quiere de nosotros.
Jesús nos enseñó a orar diciendo:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Conoce la conversión de la cantante católica Athenas
Emotiva historia de Dominica: recuperó la voz y su vida después de Medjugorje
Impresionante testimonio de Nikola Djukic: "Medjugorje cambió mi vida"
