30 de enero de 2018

Jueves 25/01/18














MENSAJE DUCENTÉSIMO VIGÉSIMO PRIMERO
(La verdadera vida en Dios)


Los niños juegan y se estremecen cuando han hecho algo equivocado. Sobre todo, cuando algún compañero se ha lastimado.

El sentimiento de compasión sólo tiene una única dirección, y es el amor. Todo aquel que se regocije con el mal ajeno, no es digno. Y en sus venas corre sangre desnaturalizada. Por ello:

El amor compasivo comparte el dolor y provoca sentimiento de apoyo y de ayuda, sin ningún interés más que la mejora de quienes sufren.

Todo aquel que vive, a causa del sufrimiento de sus hermanos, sin importarle las causas, ni los efectos secundarios del dolor, de quienes necesitan apoyo caritativo y aplacar su llanto. Éstos, mejor será que no hubieran nacido, porque el horror les abrirá sus entrañas cuando más amor necesiten.

La Justicia Divina selló los mandamientos del bien contra el mal, y los más destacados son:


"Amarás a tu Dios como a nadie en el mundo, pues eres hijo de Dios"
"Y,  amar al prójimo como a ti mismo,
 porque es también  hijo de Dios y hermano tuyo."

La verdadera vida en Dios es vivir en plena conciencia de su infinita sabiduría. Y, el porqué de tanto desconocimiento, sólo tiene un sentido: el temor de Dios.

Los niños aman a sus padres y también temen ofenderles, cuando no han obedecido a sus reglas. Y el hombre, dentro se su propio desconocimiento de su Dios, teme ofenderle o no agradarle, por sus equivocaciones o descuidos, como por la falta de confianza en su Amor, profundamente Fraterno y Misericordioso.


Hablar con Dios es una oración profunda. Contarle, como Padre nuestro que es, nuestras cuitas y pesares. Ésta es la verdadera vida en Dios. 

Y es así, como comienza el compromiso de cumplir con sus mandamientos, a través de la propia comunicación entre Padre e Hijo. Y el verdadero amor derramará sabiduría y entendimiento, aún en los momentos más críticos y adversos en la vida. Porque, sólo Dios sabe como cuidar y consolar a sus hijos.

El Amor de Dios es infinito, como el abismo de vuestra ignorancia, a la que estáis sometidos por el pecado de orgullo y soberbia. 

Hablar con Dios es abrir la puerta del mismo Cielo. Y poco a poco, con su sabiduría podréis ir entrando, para alcanzar su Luz Purificadora y Armónica.Y vuestro corazón se abrirá, cada vez más, hacia los demás para transmitirles esta armonía sin igual. Porque, sólo Dios nos ama con toda su totalidad, fraternamente espiritual.

Dios está aquí, para que le habléis como niños perdidos y faltos de amor, como de seguridad. Y hallaréis pronta respuesta, desde el Corazón Sacrantísimo de Jesús y de María, como corredentora entre el Cielo y la Tierra.

"Alabad al Señor vuestro Dios. Es justo y necesario, 
pues sois hechos a su imagen y semejanza de Él, en el Espíritu Santo".


El Puente de los dos Hermanos
Musica & Alabanzas Para Adorar a Nuestro Creador

Amaos los unos a los otros