335. MENSAJE TRICENTÉSIMO TRIGÉSIMO QUINTO
(Al Amor de Dios)
Dedico mis momentos solitarios y lloro por la gran desigualdad, entre los humanos.
¡Al Amor de Dios suplico con verdadero llanto!
¿Acaso el silencio no hace ver? El cansancio se ciñe en mi pobre entendimiento, y no veo lo que quiero ver. No encuentro lo que tanto necesito. Sólo los sinsabores rodean la mente ofuscada y algo ocluida, por la falta de entendimiento. ¿Acaso no sabes qué soy y qué siento?
Tu indiferencia y huida a la verdad me hace estremecer, y pensar qué sola estoy, y qué solo puedes estar, cuando ya no esté en este lugar. Por ello, suplico al Amor de Dios que abras los ojos y comprendas, que no sólo soy yo.
Por ello, suplico al Amor de los Amores, que te haga ver para poder entender lo que represento, y lucho por vivir, pese a sufrir por el amor a fondo perdido.
Y el silencio acabará, como acabará el llanto.
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