MENSAJE DUCENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO SEXTO
(La Realidad de la vida)
El dolor intenso, por la falta de comunicación y comprensión, de quienes se espera lo mejor es una dura prueba que hay que vencer. Y ser considerada como un alto en el camino.
La realidad de la vida es lucha por sobrevivir, en las circunstancias adversas y a los infortunios, que nunca vienen solos.
El deseo y la confianza en el bienestar es un pensamiento positivo, que hace más fácil la lucha, y confirma el aprendizaje de forma total y absoluta.
Por ello, la Oración es el alimento esencial para un Guerrero de la Luz, cuando las sombras le invaden la Paz y el sosiego.
Sólo Dios puede hacer que lo que ya no aparezca, y que se crea perdido, Él con su Infinita Misericordia puede, con la fuerza del Amor, compartido con la Oración, hacer que lo que se sienta perdido y contrariado, sin esperanza de un retorno, que aplaque el dolor y la angustia de la soledad, vuelva al redil. Y todo lo pasado se olvide. Haciendo que, la Unión haga la Fuerza del entendimiento, y nazca el Amor verdadero, para tu mayor regocijo. Y la Paz, como el sosiego hagan crecer tu fe, hasta límites insospechados. Dando a Dios grandes alabanzas, por la gran intercesión de María, la Inmaculada Concepción.
La Fe mueve montañas, y la Confianza en el respeto de uno mismo, hace que seas respetado, por quienes necesitan aprender a amar y a dar a fondo perdido.
No te aflijas. Tu tierra es y será tu asidero, como el de los tuyos, y tus seres más queridos
Y, quien aún no se atreve a dar señal de vida volverá, como el hijo pródigo. Envuelto en un despertar, entre mariposas sin luz. Para que tu brillo le de el calor y la Luz verdadera, de un encuentro fortuito, donde tu firmeza será el estandarte de la Victoria. Y te seguirá, donde quiera que tú estés. Porque, jamás podría vivir en Paz, sin tu aliento que tanto anhela, porque le haces sentir que está vivo. Y que lo que siente es Amor, de verdad.
Orad por aquellos que se oscurecen con la lujuria, y no ven dónde está el verdadero Yo. Para que alcancen la Luz del Redentor, y despierten el Amor verdadero.
Orad por las Almas elegidas, para que no decaigan en la adversidad. Y lleven impreso en sus frentes la señal de la Cruz, para ahuyentar al enemigo.
Y Orad por los grandes pecadores, para que Dios se apiade de ellos. Y lleguen a la Luz, por vuestras oraciones, y constancia en ellas.
La realidad de la vida es lucha por sobrevivir, en las circunstancias adversas y a los infortunios, que nunca vienen solos.
El deseo y la confianza en el bienestar es un pensamiento positivo, que hace más fácil la lucha, y confirma el aprendizaje de forma total y absoluta.
La Fe en Dios Padre te da vitalidad,
cuando la respiración se contiene, y la esperanza se apaga.
Por ello, la Oración es el alimento esencial para un Guerrero de la Luz, cuando las sombras le invaden la Paz y el sosiego.
Sólo Dios puede hacer que lo que ya no aparezca, y que se crea perdido, Él con su Infinita Misericordia puede, con la fuerza del Amor, compartido con la Oración, hacer que lo que se sienta perdido y contrariado, sin esperanza de un retorno, que aplaque el dolor y la angustia de la soledad, vuelva al redil. Y todo lo pasado se olvide. Haciendo que, la Unión haga la Fuerza del entendimiento, y nazca el Amor verdadero, para tu mayor regocijo. Y la Paz, como el sosiego hagan crecer tu fe, hasta límites insospechados. Dando a Dios grandes alabanzas, por la gran intercesión de María, la Inmaculada Concepción.
Ella vigila de cerca tu dolor y de todos sus hijos, que lucha por ser precursores de la Fe en Cristo, Jesús el Nazareno.
La Fe mueve montañas, y la Confianza en el respeto de uno mismo, hace que seas respetado, por quienes necesitan aprender a amar y a dar a fondo perdido.
No te aflijas. Tu tierra es y será tu asidero, como el de los tuyos, y tus seres más queridos
Y, quien aún no se atreve a dar señal de vida volverá, como el hijo pródigo. Envuelto en un despertar, entre mariposas sin luz. Para que tu brillo le de el calor y la Luz verdadera, de un encuentro fortuito, donde tu firmeza será el estandarte de la Victoria. Y te seguirá, donde quiera que tú estés. Porque, jamás podría vivir en Paz, sin tu aliento que tanto anhela, porque le haces sentir que está vivo. Y que lo que siente es Amor, de verdad.
Orad por aquellos que se oscurecen con la lujuria, y no ven dónde está el verdadero Yo. Para que alcancen la Luz del Redentor, y despierten el Amor verdadero.
Orad por las Almas elegidas, para que no decaigan en la adversidad. Y lleven impreso en sus frentes la señal de la Cruz, para ahuyentar al enemigo.
Y Orad por los grandes pecadores, para que Dios se apiade de ellos. Y lleguen a la Luz, por vuestras oraciones, y constancia en ellas.
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