MENSAJE DUCENTÉSIMO TRIGÉSIMO OCTAVO
(El humo negro se extenderá)
Y el perdón suplicará la descendencia de quienes no quieren creer, ni ver, que la vida ajena a Dios es una quimera. Que les costará desprenderse de ella.
Almas de Dios, todo lo que comienza acaba. Pero, después de esta vida terrenal existe la Verdadera Vida en Dios. Y aquel que no conozca el camino, sufrirá la ausencia de los suyos, como el estar vivo sin sus pertenencias, ni lugar alguno.
Las almas errantes son las que están perdidas,
en el abismo del conocimiento del Dios de los llorosos.
El Todopoderoso dejará el sendero de la Cruz, hasta su Unigénito, Jesús el Nazareno, para dar testimonio de la vida, después de la muerte física.
Almas desconocedoras del Amor. Estas están en la oscuridad, asediando a todo aquel que les estorba, como en las "casas encantadas". No tienen Paz, ni la encontrarán, y huyen del bien. Y odian el Amor Fraterno del Padre. Estas almas son peligrosamente dañinas, para los débiles de Espíritu, para los afanados en la lujuria y drogadicción. Les absorven como vampiros la energía, hasta dejarlos sin conciencia de quienes son.
Orad por estas almas en particular. Para que no dañen vuestras mentes, ni la de vuestros en entes queridos, ni a vuestros hogares.
El mal se extiende, como el humo negro. Va entrando en el propio Vaticano, y dejando ciegos a cardenales y obispos, como a todo aquel que se deja influenciar por la codicia y la corrupción. Les hace cambiar, hasta el pensamiento más profundo
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