20 de marzo de 2019

Jueves 14/3/2019















280. MENSAJE DUCENTÉSIMO OCTOGÉSIMO
(Dios siempre nos escucha)


Cuando atravesamos momentos difíciles y creemos que Dios no nos escucha, estamos muy equivocados. Porque, sólo Dios es capaz de recibir nuestros mensajes, y la intensidad de los mismos, como el sentimiento amargo vivido y la necesidad de su infinita Misericordia, a través de la humildad y benevolencia de nuestros corazones.

Los grandes santos tuvieron grandes luchas, y sufrieron pruebas mayores que la mayoría de los mortales. Dios los escuchó y habló con ellos, y este amor les compensó de tanto dolor, e incluso se entregaron a su voluntad por las almas que no conocen al Señor, para la conversión de los mismos.

La vida no es nada fácil. Cuando uno es joven, cree que todo lo que le rodea será siempre seguro, y que su fuerza puede con todo. Y al pasar el tiempo, comienza a ver las luces y las sombras, como más tarde va entrando en el conocimiento de la vida, y su inseguridad y vulnerabilidad son cada vez más notorias.

Por ello, el devenir del tiempo nos hace ser conscientes de los avatares de la vida, y las circunstancias que pueden alterar inesperadamente nuestras vidas, así como nuestra fuerza, seguridad y destreza en la misma.

Toda acción tiene reacción. Y la fe y constancia, en la misma, nos dispone serenamente a acudir a la llamada de Dios. Bien sea, a través de los Santos o Ángeles custodios, o bien sea por Santa María la Reina de la Paz y Jesucristo, hijo Unigénito de Dios.

Siempre hago hincapié en la ORACIÓN, porque es el vínculo más directo con Dios, aunque nuestra penas sean o se hagan insoportables. En ocasiones, nuestra entrega a Dios hablándole, comunicándole que nos alivie este sufrimiento, o que nos asesore en cómo poder resolver situaciones insostenibles: ante la enfermedad, el desamor y la pérdida de personas tan queridas, así como poder soportar las calumnias, el rechazo, las envidias y la desolación, de quienes has confiado y entregado tu corazón. 


¡¡Alzad vuestros corazones y mirad al cielo!!.
 Él os escuchará y aliviará sin dudas vuestras penas y aflicciones.

¡¡Confiad en la Divina Providencia!!
 Porque de ella, sacareis el auténtico beneficio que os levante,
y os fortalezca en medio de una gran tormenta.

Acudid a Tierra Santa, lugares Santos, allí hallareis la gracia del Espíritu Santo, y vuestras dudas os fortalecerán como hierro forjado, para vivir acompañado y nunca más sentirse solo. Porque el amor del Padre os cubrirá con su Infinita Misericordia.


Alza tus Ojos - José Luis Reyes (Letra)



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